ROSE OVIEDO
Todavía me quedan mil maneras de verte a los ojos, guardo todavía mil caricias en mis miradas, tengo guardadas mil razones que no entiendo y atrapan tu recuerdo cada vez que este quiere salir corriendo.
Todavía guardo mil sobres para enviar las miles de cartas que llevan tu nombre, también tengo mil versos y ninguno de ellos me gusta tanto como el que sigue sin ser escrito O aquellos al q no le pongo nombre, el que no logra definir nada y no se siente culpable de encerrarte en palabras.
Todavía me quedan mil canciones por cantarte a las tres de la madrugada. Todavía espero a veces a que tu voz me despierte y encendamos al mundo de su sueño nocturno para que la fiesta empiece. Todavía tengo tantas hojas secas esperando en un cuaderno, esperando a ser enviadas o esperando a morir por completo
Sueño de ti, sueño infinito, tú sabes que te necesito y sabes cuanto te he esperado ya. Es como vivir en el exilio, como coautor del equilibrio, que nos lastima y nos fascina igual. Ya no siento lo que sentía, un momento es un momento, cada parte de tu cuerpo, cada dimensión, cada secreto, y va quemándome por dentro. Cada espacio, cada intento, siento el fuego de tu cuerpo, un momento es un momento, es como ir muy lento y que el espejo no me señale bien la dirección.......
Fumaba más de lo que debía y créanme cuando les digo que el café es poco en estos mares, me gusta la libertad que me queda y las interpretaciones silenciosas, nunca leeré en público ninguno de mis textos, prefiero que sean las voces de aquellos que fueron la inspiración para escribirlos, imagino el lenguaje que pudiera inventar en otro cuerpo, dejando eso del braille sólo a los ciegos, que aquí son caricias con sabor a amor y misterio. Quiero el amor de un hombre libre, decidido y con empatía, con un toque de gloria; amor de un hombre artista, capaz de ver más allá de mi lienzo en blanco. Quiero un amor realista, con pasión latente y valiente, con algo de cordura del que pueda dar...
Tan débiles que somos al momento de nacer y nos hacemos fuertes cuando nos toca crecer, dejándonos la piel. Somos un segundo, un instante, el capricho de un reloj que nadie sabe cuándo va a parar. Somos un misterio en el planeta, energía y un color. Tan débiles que somos cuando llega la vejez y nos hacemos fuertes al momento de partir sin entender porqué. Quién ha dicho que era fácil aprender cada lección. Somos un segundo, un instante, el capricho de un reloj que nadie sabe cuándo va a parar. Somos un misterio en el planeta, energía y un color.
He querido a destiempo, llena de recuerdos llena silencios. Siendo infierno cuando quería llegar a tu cielo. He ido a contrareloj, sin importarme tener uno, yendo contra el viento e ignorando habladurías. Y admito que no tuvo mucha coherencia al decirte que te quería, aunque en verdad lo sentía. Hecha una loca por respirar el aire que se soplaba en tu nuca, por rodearte el cuello con mis manos y hacer desaparecer cualquier rastro de duda. Inundarte de dicha y desconcierto, para descifrar tu enigma y callármelo. Quiero ser tu desayuno algún feriado, algún domingo, que tú fueras mi cobijo y poder meterte las manos frías en la espalda. Mirarte como si fueras todo, amarte como si no hubiera nada más. Y así, poder llamarte amor, y que no sonase a mentira.
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