CARMEN MALO
Ojo Albino
Ese ruido que viste tu piel; ese ojo albino y siniestro que tienes por ver….que me ve; esa boca
lasciva y hambrienta que te hacen de fauces; esos dientes que magullan mi corazón, para luego
engullirlo, fundiéndome en ti. Me adentro en la caverna de tu ombligo, sanando las llagas que
llevas en el alma, masturbándola con mi saliva , mi quijada, mis muslos y mi espalda, mis pies, mi
mundo, mis mañas.
Quién diría que llegarías a mi, entre cabellos alborotados y roces torpes de madrugada zafada.
Que te meterías por mis poros, por mi falda; que comenzaría a amarte, animal salvaje…y que
ahora sólo quiera comer chocolate.
Servido
Y antes de comerte. Te sacaré las vísceras heridas, los residuos de llanto y tabaco. Te purificaré a
fuego lento. Te cortaré en pedacitos y serviré en la mesa, a ojos cerrados y errados. Brindaré a tu
nombre. Rezaré una plegaria de esas que dicen “te quiero” a cada flagelazo, y beberé. Beberé de
ese vino que llevas por sangre. Y cuando todo haya terminado, al fin, y por fin, seremos aquello
que nunca fuimos.
Mandarina Clementina
enrosca en mis pantorrillas.
“Mandarina Clementina”, la llamo mientras baja de prisa hacia su plato de comida, pero no
prueba bocado si es que no hay una caricia de antemano. Mandarina Clementina es una
engreída. Mira al mundo entero desde su guarida, le place saber que nos tiene a sus cuatro
patitas de algodón con purpurina cítrica.
Mi hermano la molesta, y a ella parece gustarle de alguna extraña manera; y es que
Mandarina, como dice mamá, es un poco extraña. Yo le digo que hay un dicho conocido que
dice que ellos se parecen a los que se creen sus dueños, me mira y asiente con gracia, sabe
que es cierta esa patraña, que ella es a su imagen y semejanza, y es que también parece
cajacha.
Mandarina Clementina duerme todo el día. Hace de su vida una clara oda de Calderón de la
Barca, quien escribe que la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Y, ¡claro! Ella es un
sueño, ella es la vida, la vida ensueño y sueño, sueño es y no.
Broches y Botones
…ella llevaba broches y botones en la garganta, le decoraban el cuello, decía
Los ligamentos de su laringe siempre esfinge, anudaban sus cronopios, aquellos que se extendían
desde su pecho, colindando siempre al margen de sus senos .
Mil historias y una noche para desprenderse de la chaqueta azul, desenredarse las trenzas que
llevaba como historia en la tráquea, dejar suelto sus cabellos
SN
los destrozos en mi cama
hacen reír a mis lágrimas,
mientras tus dedos de gusano recorren mi plexo
rumbo a mi centro,
camino a ser mariposas con sabor a juguete
nuevo
revuélveme el pelo
báñame con tu saliva
alíviame de mi,
pero no me lleves contigo
déjame en la hierba recién seca
(…)
Me perdí… Me perdí en un pomito colmado de
jacaranda calma
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