MARY SOTO
VALQUIRIA DE
FUEGO
I Escaramuzas
Piel mariposa
alegría siwar qenti
fuerza y tenacidad kuntur
cotidianamente en este animal
me reconozco
valquiria de fuego
etéreas alas
razones de
sinsabores antiguos
heme acá entera
explorando el fondo de mi abismo
de pie en el pasillo de un corazón exhausto
infausto su gesto
tropel enloquecido
de pájaros fosforescentes
quebrantadas fronteras
regadas en la pradera
más dolorosa de la vida
animal herido
por la guadaña tramposa
de la muerte
II Derrota
Un poco de mí
se pierde
arrastra
hunde
enloda
sitiada por los orificios
del alma
deambulando por calles polvorientas
figurillas de sombras y resplandores
llevo ajustadas en mis manos
arrugadas las palabras
ensortijadas las preguntas
una
a
una
despacito
desbrozan
la tierra
paso
a
paso
profanando su humedad
envileciéndola
mancillándola
III Desquite
Acercarse
beber aguas de la calma
escapar al torbellino
mirar fijamente al sol
secar el sudor de mi frente
levantar alhelíes con los labios
caminar así lentamente
sin mirar atrás
seguir
peleando y luchando
como en todos los tiempos
imbatible
el camino lleno de abrojos
en marcha sin rendirse
RECUPERANDO LAS IRAS DEL COMBATE.
CAMINO HACIA EL AVERNO
Todo fue forzado
por la
soledad que se metía
por los ojos y los codos.
Impertérrita esta pena
defendía una a una
sus fronteras
ya el alba sin sal y sin enaguas
ya la noche sin alcohol
y amor para la sangre.
Una a una las compuertas
forzadas
y los castillos de cristal
nuevamente
cuidadosamente
construidos.
Sus altas torres góticas
gotas de rocío trepando
las columnas
espejos y telarañas
pendiendo alto en las paredes
y el piso una escarcha finísima
que crujía en cada paso.
La niña corría enloquecida
a veces trotaba sobre el lomo
de un potro acaramelado y salvaje
mojando con la punta de los dedos
los días de Canta
tardes de Waytara.
Allí tejía la trama
con el afán de las arañas
demente se negaba
a reflejar sus ojos en el agua.
Allí construía y reparaba
las paredes que con el aliento
se rompían
ella recogía y ordenaba
uno a uno
los añicos
que volaban por los aires.
Inútil la verdadera fotografía
de tanta labor estéril
inútiles las melodías
del fracaso
el eco de sus diminutos
zapatitos de charol
todo lo opacaba.
Más a veces
en su terquedad invencible
se sentaba a la vera de su sueño
entonces…
los demonios feroces
aprovechaban su desconcierto
danzando traían las hilachas
antaño conjuradas.
Ella
reía necia y feliz
observaba anonadada
su vestido con encajes
los moños y listones prístinos
en su pelo
sus pequeñas
uñitas recortadas
y cuando
así suspendida en su demencia
estaba
aquel dolor llegaba despacito
de un asalto
sujetaba sus
costillas
la
zarandeaba
y sin piedad era arrojada a sus fauces
su cuerpo volaba inerte y
luego
caía
caía
y
caía
al
pavimento
con la espalda partida de un sablazo
no podía erguirse
sus pétalos y blondas
sucios por el fango
rodaban
y
rodaban
por
la calle
las peinetas de cristal
sus castillos de azúcar
se esfumaban con la brisa
en el paisaje citadino
sólo ella quedaba
caminando
errante
nuevamente sin zapatos.
Hermosas y profundas letras. Un abrazo querida poeta.
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